Los Caminantes de la Noche
"Amigos, compañeros, cocineros de miércoles( no offense, qiuise decir de día Miércoles, el franco higiénico semanal en que nos juntamos a hacer eso que decimos es entrenar, y de paso comernos un riquísimo asado), personas que se acercan al grupo a como de lugar, otros colados, estoy aquí una vez más para contar historias ciertas, semi ciertas, casi ciertas o apenas creíbles, pero todo lo queda en lo que ustedes puedan o quieran creer de cada historia que les cuento. Hoy quiero hablar de los Caminantes de la Noche. Yo sé que cuando les cuente, sabrán muy bien de lo que les hablo, tendrán en sus pieles y retinas cada detalle de mi narración y se levantarán la vista para mirar a la nada y dejar de llevar los recuerdos que están grabados bien adentro. Porque nosotros mismos hemos sido esos 'Caminantes' hace ya años y hasta hoy mismo alguno de nosotros es, sigilosamente, uno de ellos y sigue siendo a la vez uno de nosotros. Aunque suene loco, al menos por ahora. Los Caminantes de la Noche son una elite de jóvenes que navegan las ciudades y sus barrios de retorno a sus casas. La hora puede ser entre las nueve y media de la noche los más jóvenes hasta las doce y media o una de la madrugada los más mayorcitos. Ellos van, orgullosos, lentamente, con el bolso al hombro, caminando lacónicamente (y aparentemente) sin un rumbo fijo, pero ellos saben muy bien a dónde se dirigen. A veces solos, a veces acompañados, los Caminantes irradian seguridad y amor propio. Van seguros. Van de retorno a sus hogares, propios o prestados, con amigos o de sus viejos. Ellos están volviendo. En su bolso hay ilusiones y ropa sucia. En su cabeza sueños de éxito o el último tema de los Black Eyed Peas. Muchos van con su MP3 ( acá se debe leer la opción deseada o conocida, antes era un walk man, mañana sera un IPED)a cuestas, casi arrastrando los pies, un poco por cansancio y un poco por costumbre. Tienen sus zapatillas a la moda y seguramente desatadas ambas , o al menos una. Portan un jean medio rotoso, o un buzo de cualquier color. No hay una moda a la vista sino que ellos hacen la moda. Ellos somos nosotros hace algunos años.
Los Caminantes de la Noche son los chicos y los jóvenes, los que hoy son jugadores juveniles o hasta algunos de división superior, que salen del Club con su ropa empapada de sudor y/o barro de un entrenamiento y ponen rumbo a sus casas. Son esos a los cuales los padres ya no van a buscar y se suben a los colectivos de retorno al hogar, con el bolso, con la ropa del colegio o de alguna forma, luciendo orgullosos esa historia que no se ve, esa historia de por qué se convirtieron en jugadores de rugby que lleva en sí mismo mil historias desconocidas y personales.
¿Quién no fue en un bondi mostrando y sintiendo que es un jugador de rugby? ¿Quién de nosotros no sintió ese orgullo silencioso y sin hacer barullo trató de que todos supieran que nosotros éramos también de la madera de Los Pumas? ¿Quién no lució con orgullo un escudo de un club o asociación, la marca distintiva de pertenecer al mundo de los valientes deportistas que juegan el viejo fútbol de la ciudad de Rugby.Todos y cada uno de nosotros hemos sido Caminantes de la Noche
La vuelta a casa es dura, la cabeza vuela de ideas, todo tarda y el colectivo que no viene,el cansancio y el sueño que pesan, a veces una siesta en el transporte aliviana el viaje(¿quién no se ha quedado dormido de vuelta a casa y fue a parar a la Terminal y desde allí empezó el Operativo Retorno de la madrugada?) la llegada silenciosa y tratando de no hacer ruido , la comida fría sobre la mesa de mármol o en un tupper( antes no había esos adminículos y la comida quedaba atrapada entre dos platos hondos), la cena en soledad mientras todos ya casi duermen y una revista ( o la tele bien bajita) como únicos acompañantes de ese momento sublime. Y la pregunta de mamá desde la cama que pregunta si esta todo bien. Y el recordatorio de sacar la ropa del bolso y ponerla en el lavadero.
Quien ésto escribe fue uno de esos Caminantes de la Noche, uno de miles que esperaban el colectivo en la parada con un par de amigos que se iban cayendo según la ubicación de la casa al paso del bondi, sin importar el terrible frío, la intensa lluvia ni el dolor corporal de una lesión mal curada. Yo también, como ustedes, fui uno de esos héroes anónimos que vagó por las calles de regreso con el pecho inflado de haber aprendido alguna jugada , de haber entrenado el juego que tanto amamos o al menos de haber disfrutado una charla con amigos durante un rato, de haber compartido una gaseosa con aquellos compañeros de juego y vestuario que se fueron metiendo en todos los momentos de la vida de cada uno hasta instalarse al lado de cada evento que uno lleva adelante a lo largo de toda la vida.Yo fui uno de esos Caminantes que se quedaba atrás de 'los grandes' sólo para escucharlos, para saber más de éste hermoso juego, para luego partir rumbo a mi casa, con el bolso al hombro, la toalla húmeda de la ducha caliente de los vestuarios del Club, esos vestuarios que pasan a ser la extensión de tu propio baño, el de los botines con barro que limpiaba los Viernes para que estén perfectos el día del partido, ese que aún con una lesión estaba ahí, al costado de la cancha, haciendo el aguante a los amigos que sí podían entrenarse. El fútbol de la ciudad de Rugby tiene una serie de cosas que los que no lo viven o sienten no pueden llegar a entender, Y son difíciles de explicar. Si alguien me hubiera dicho que en atardecer (bueno ... ok ... un rato después del mediodía) de mi vida iba a conocer amigos nuevos con los que iba a coincidir en casi todo como si los conociera desde siempre, no lo hubiese creído. El rugby es, mas allá de la belleza del juego, de la aspereza de su desarrollo y de la terrible enseñanza de vida que nos deja, un modo de ser y ver la vida. Y yo, como la mayoría de ustedes, he sido uno de esos Caminantes, con mi bolso lleno de esos sueños que se fueron cumpliendo uno a uno, y que siguen cumpliéndose cada vez que una pelota de rugby asoma y salta, graciosa, de mano en mano. Y esos sueños, amigos, a no equivocarse, eran sueños de amistad, felicidad, salud, fortaleza y alegría. Y se han cumplido todos. Cada vez que, como muchas noches, veo a los jóvenes de todos los clubes que van rumbo a sus casas cuando yo voy hacia la mía, me veo a mi mismo y a todos ustedes hace 30 años ... volviendo orgullosos de nuestros clubes con la terrible sensación de felicidad que aun hoy nos invade…
Los Caminantes de la Noche son los chicos y los jóvenes, los que hoy son jugadores juveniles o hasta algunos de división superior, que salen del Club con su ropa empapada de sudor y/o barro de un entrenamiento y ponen rumbo a sus casas. Son esos a los cuales los padres ya no van a buscar y se suben a los colectivos de retorno al hogar, con el bolso, con la ropa del colegio o de alguna forma, luciendo orgullosos esa historia que no se ve, esa historia de por qué se convirtieron en jugadores de rugby que lleva en sí mismo mil historias desconocidas y personales.
¿Quién no fue en un bondi mostrando y sintiendo que es un jugador de rugby? ¿Quién de nosotros no sintió ese orgullo silencioso y sin hacer barullo trató de que todos supieran que nosotros éramos también de la madera de Los Pumas? ¿Quién no lució con orgullo un escudo de un club o asociación, la marca distintiva de pertenecer al mundo de los valientes deportistas que juegan el viejo fútbol de la ciudad de Rugby.Todos y cada uno de nosotros hemos sido Caminantes de la Noche
La vuelta a casa es dura, la cabeza vuela de ideas, todo tarda y el colectivo que no viene,el cansancio y el sueño que pesan, a veces una siesta en el transporte aliviana el viaje(¿quién no se ha quedado dormido de vuelta a casa y fue a parar a la Terminal y desde allí empezó el Operativo Retorno de la madrugada?) la llegada silenciosa y tratando de no hacer ruido , la comida fría sobre la mesa de mármol o en un tupper( antes no había esos adminículos y la comida quedaba atrapada entre dos platos hondos), la cena en soledad mientras todos ya casi duermen y una revista ( o la tele bien bajita) como únicos acompañantes de ese momento sublime. Y la pregunta de mamá desde la cama que pregunta si esta todo bien. Y el recordatorio de sacar la ropa del bolso y ponerla en el lavadero.
Quien ésto escribe fue uno de esos Caminantes de la Noche, uno de miles que esperaban el colectivo en la parada con un par de amigos que se iban cayendo según la ubicación de la casa al paso del bondi, sin importar el terrible frío, la intensa lluvia ni el dolor corporal de una lesión mal curada. Yo también, como ustedes, fui uno de esos héroes anónimos que vagó por las calles de regreso con el pecho inflado de haber aprendido alguna jugada , de haber entrenado el juego que tanto amamos o al menos de haber disfrutado una charla con amigos durante un rato, de haber compartido una gaseosa con aquellos compañeros de juego y vestuario que se fueron metiendo en todos los momentos de la vida de cada uno hasta instalarse al lado de cada evento que uno lleva adelante a lo largo de toda la vida.Yo fui uno de esos Caminantes que se quedaba atrás de 'los grandes' sólo para escucharlos, para saber más de éste hermoso juego, para luego partir rumbo a mi casa, con el bolso al hombro, la toalla húmeda de la ducha caliente de los vestuarios del Club, esos vestuarios que pasan a ser la extensión de tu propio baño, el de los botines con barro que limpiaba los Viernes para que estén perfectos el día del partido, ese que aún con una lesión estaba ahí, al costado de la cancha, haciendo el aguante a los amigos que sí podían entrenarse. El fútbol de la ciudad de Rugby tiene una serie de cosas que los que no lo viven o sienten no pueden llegar a entender, Y son difíciles de explicar. Si alguien me hubiera dicho que en atardecer (bueno ... ok ... un rato después del mediodía) de mi vida iba a conocer amigos nuevos con los que iba a coincidir en casi todo como si los conociera desde siempre, no lo hubiese creído. El rugby es, mas allá de la belleza del juego, de la aspereza de su desarrollo y de la terrible enseñanza de vida que nos deja, un modo de ser y ver la vida. Y yo, como la mayoría de ustedes, he sido uno de esos Caminantes, con mi bolso lleno de esos sueños que se fueron cumpliendo uno a uno, y que siguen cumpliéndose cada vez que una pelota de rugby asoma y salta, graciosa, de mano en mano. Y esos sueños, amigos, a no equivocarse, eran sueños de amistad, felicidad, salud, fortaleza y alegría. Y se han cumplido todos. Cada vez que, como muchas noches, veo a los jóvenes de todos los clubes que van rumbo a sus casas cuando yo voy hacia la mía, me veo a mi mismo y a todos ustedes hace 30 años ... volviendo orgullosos de nuestros clubes con la terrible sensación de felicidad que aun hoy nos invade…
Que bello relato, emociona.
ResponderEliminarTal vez en una obrita como esta se hace cierto aquello de que 'describe tu pueblo y estarás describiento el mundo'.
Quién no ha tenido sueños y se recuerda en los 'regresos a casa' que han tenido tantas formas.
Esos caminos siguen siendo recorridos siempre, por los hijos y los hijos de los hijos que también lo recorren siguiendo sus propios sueños.
Gracias por el regalo
Muy buen cuento.
ResponderEliminarEncontré la página por recomendación de un amigo.
Me alegra que haya un lugar para compartir este gusto por un deporte que nos formó de niños y jóvenes.
Me alegro que les haya gustado el cuento, próximamente trataré de subir algun otro
ResponderEliminarA mi también me gustó mucho el cuento.
ResponderEliminarMe recuerda a mi propia juventud.
Estaría buenísimo ir subiendo literaruta e información sobre el tema.